miércoles, 1 de agosto de 2012

DIVULGATIVOS: ILUMINACIÓN Y SALUD


Aunque resulta un poco difícil de creer la iluminación y la salud están relacionadas, una carencia crónica de iluminación puede ser causa de depresión.

Luz y trastorno afectivo estacional (TAE)

En otoño e invierno se observa un incremento de la depresión y de las crisis de ansiedad por la escasez de luz natural, es el Trastorno Afectivo Estacional (TAE)
La poderosa influencia de la luz en los neurotransmisores cerebrales modifica la atención, el humor y el comportamiento, altera la salud humana y afecta al rendimiento laboral.
Como el oso que se prepara a invernar, la mayoría de los humanos tendemos a usar ropa de colores oscuros, comer en exceso y encerrarnos en casa ante la llegada del invierno, y raramente vemos el sol directo. Si habitualmente pasamos hasta el 80% del tiempo en entornos cerrados, durante el invierno, debido al frío y a la escasez de luz, nos deprimimos y rehuimos cada vez más el salir al exterior.
De un lado nuestras viviendas, escuelas y oficinas están muy pobremente iluminadas, con poca o ninguna la luz solar. Basta comparar los escasos 300 - 500 lux de intensidad de la iluminación usual, con los 10.000 lux que nos ofrece la luz natural en un día nublado, o los 150.000 lux de un mediodía radiante de verano.
Del otro lado, la luz artificial suele estar carente de los colores del sol, pues las lámparas incandescentes emiten una luz cálida, con dominante naranja-rojo, con ausencia total de los tonos de alta frecuencia, verde, azul y violeta. Además la iluminación incandescente derrocha el 80% de la energía eléctrica en forma de calor inútil.
Por el contrario, las lámparas fluorescentes corrientes dan una luz fría de dominante verde-azulada, y son deficientes en violeta y rojo. Además las reactancias usuales parpadean a 50 hz., y producen contaminación electromagnética (elektrosmog), lo que induce ondas cerebrales de estrés, además de fatiga crónica y cansancio visual.

No hay comentarios: