Oficialmente
dejarán de fabricarse hoy en cumplimiento de una directiva europea
Los europeos
pueden irse despidiendo de las bombillas tradicionales incandescentes. Esas,
con filamento de tungsteno en su interior y que producen luz amarilla y cálida,
oficialmente dejarán de fabricarse hoy en cumplimiento de una directiva
europea. No es una orden que se realiza de golpe, sino que estos focos se han
venido eliminando del mercado desde 2009, 2010 y 2011. Primero las de 100
vatios, después las de 75 vatios y 60, y ahora es el turno de las bombillas de
40 y 25 vatios.
La visión de Alva Edison
Han pasado 133 años desde que Thomas
Alva Edison comercializara la primera bombilla en 1879. Sí, la comercializó,
pero no fue su creador original. Todo comenzó en 1809 con Humphry Davy, un
químico inglés que produjo la primera luz eléctrica al conectar dos cables
unidos por una tira de carbón a una batería. El carbón al cargarse de energía se
calentaba y brillaba. En
1850, Edward Shepard inventó una lámpara de arco eléctrico incandescente con un
filamento de carbón y en 1854 un relojero alemán colocó el circuito dentro de
una ampolla de vidrio. Henry Woodward y Evans Matthew en 1875 patentaron la primera bombilla, pero al no tener éxito comercial,
cedieron los derechos en 1879
a Thomas Alva Edison, quien hizo que el filamento de
carbón ardiera durante 40 horas dentro de una bombilla sin oxígeno. En 1880
Edison hizo que el foco durara hasta 1200 horas. El resto es historia.
Lo malo de estas bombillas es que son poco eficientes y con su sustitución se ahorraría
hasta un 20% de energía. «Las bombillas incandescentes no contaminan más o
gastan más energía sino que son menos eficientes ya que necesitan más cantidad
de electricidad para crear luz», explica Xavier Perpinyà, coordinador español
del proyecto «Consumerising solid-state lighting» e investigador Ramón y Cajal
del Instituto de
Microelectrónica de Barcelona del Centro Nacional de Microelectrónica (IMB-CNM).
«En una bombilla de 60 vatios los
electrones van pasando por los filamentos, empieza un proceso de termoiónica y
por esto vemos luz. En este proceso se consume mucha
energía y
por ejemplo, una bombilla de 60v tiene el mismo rendimiento de una bombilla
fluorescente de 10v», señala el investigador.
Presente, bajo consumo
Actualmente la UE recomienda (y permite) utilizar
bombillas incandescentes mejoradas, que tienen la forma y el casquillo de
las tradicionales pero dentro, el filamento está recubierto
por una cápsula halógena o de xenón y consumen menos energía.
La siguiente opción para ahorrar son
las bombillas fluorescentes compactas. En 1900 Peter Cooper
Hewitt patentó la lámpara de vapor de mercurio y casi 40 años después la General
Electric y la Westinghouse Electric Corporation presentaron lámparas blancas y de
descargas de baja presión de mercurio revestidas con fósforo. Crearon la
lámpara fluorescente que emplea fotoluminiscencia
excitada por emisión UV de
mercurio y es mucho más eficiente que la lámpara incandescente, señala Michael
S. Shur en su trabajo «Solid-State Lighting: Toward Superior Illumination».
Según la UE , lo mejor son las bombillas fluorescentes compactas,
que vienen en diferentes tamaños y necesitan entre el 65% y el 80% menos de
energía que las tradicionales. Pero tienen cosas en contra. «En las
fluorescentes la corriente de luz no es contínua y se producen destellos, ya que no hay una corrección de la corriente. Estos destellos o
flashes cansan la vista», explica Perpinyà. Un hogar con bombillas eficientes
ahorraría hasta un 15% del precio en el recibo de la luz, que se traduce en 25 a 50 euros anuales. Se
espera que para 2020 se dejarán de emitir hasta 15 de millones de toneladas de
CO2 al año.
LED,
más eficiencia a mayor precio
Las bombillas LED (Light-Emitting Diode) tienen un diodo
semiconductor que emite luz. «Es un componente sólido que solo con el hecho de
que pase corriente a través de ese material produce luz. Se regula con un
elemento llamado Driver», señala Perpinyà. Para los expertos y la Unión Europea , estas
bombillas son el futuro próximo, ya que producen más lúmenes (flujo luminoso)
por vatio que las demás y por esto son más eficientes. Permiten controlar la
intensidad de la luz y pueden reproducir un haz de un color específico con
filtros adicionales. Se encienden rápidamente, a diferencia de las bombillas
fluorescentes, y tienen una duración de 25.000 horas, frente a las 1.200 de la
bombilla incandescente o las 10.000 de las compactas.
Tampoco tienen mercurio, y por tanto son menos contaminantes. Su
principal inconveniente es el precio. Una bombilla de 25v a 60 v de última
generación cuesta entre 15 y 70 euros.
http://www.abc.es/20120901/sociedad/abci-bobillas-adios-201208312107.html